Un cortísimo día de agosto

Delia venía todos los veranos al pueblo con su familia. Casi siempre una quincena en la que su padre solía pasar algunas horas en la vivienda, y muchas más horas en el bar. El bar; único lugar del pueblo en el que lo mismo desayunabas, que te tomabas un vermú, almorzabas, y/o te tomabas una copilla, o te hartabas de beber cerveza hasta bien entrada la madrugada. El bar; lugar único para intercambiar información sobre cualquier cosa, o para comprar cualquier artículo desde pilas de repuesto, a vinagre o encurtidos.
En realidad la posada del ciervo era local de copas, cafetería, licorería, cervecería, bazar, buzón de correos, pensión asequible, y en alguna ocasión incluso casa de empeños; Todo eso al mismo tiempo.
A finales de agosto del año pasado, Delia aceptó mi invitación a tomar unas cervezas, pero resultaba un poco incómodo permanecer allí mucho tiempo, todos sabíamos en el pueblo quién era quién allí, allí estaba su padre jugando al dominó, estaban algunos mirones profesionales que eran como agencias de información, y los parroquianos de turno; la posada era también como un lugar de encuentro y reunión. A veces incluso recibía la visita del cura de un pueblo vecino, o de la policía municipal del vecino pueblo de abajo, para ver cómo estaban las cosas. El ciervo es un local agradable sí, pero no podía proponerle a Delia que nos marcháramos a otro sitio, pues no había otro sitio a donde ir. Mi primo el de Madrid me había dicho un día que, si te llevabas a la chica contigo a otro lugar, eso era que habías ligado, pero como no había otro lugar para tomarse algo, me quedé sin saber si había ligado con Delia. Eso fue, como ya dije, a finales de agosto pasado, últimos días del Edén, pues la familia de Delia regresó a su ciudad llevándose a Delia con ella, como no podía ser de otra manera.
Cuando empezó el mes de agosto, empecé a descubrir en mí, como un algo de ansiedad nueva. Sentía curiosidad por ver qué actitud mostraría Delia conmigo, y eso solo lo podría saber cuando apareciese en el pueblo con su familia, siempre y cuando repitiesen un año más, su habitual segunda quincena de agosto en el pueblo. La noche del día quince casi no pude dormir, vi al padre de Delia en el bar y supe así que ella ya estaba de nuevo allí y que no tardaría en verla.
No les he contado más detalles sobre el pueblo porque no me parece que sea algo de mucho interés. A mí me gusta que tengamos tan cerca del pueblo un embalse que casi hace de piscinas públicas en verano, fue allí donde vi por primera vez a Delia junto a su hermana Estela y su hermano Pablo. Tenemos también un arroyo que baja con muy poca agua en verano, pero que en época de lluvias ofrece incluso pesca deportiva. -La tan afamada trucha del valle del Pom- Los raquíticos restos de un antiguo castillo medieval no ofrecen gran interés aparte de un amplio panorama del valle. En sí mismo, el pueblo es un conjunto de viejas casas reformadas todas ellas, que alterna con viviendas de moderna construcción, un lugar que podría ser idílico si no estuviera tan despoblado y alejado del mundo. Y por lo demás, teníamos también El ciervo, epicentro socio-cultural-económico para los lugareños y los foráneos por igual. En su amplio salón comedor había un número de mesas que jamás me puse a contar, viejas columnas de mármol amarillento, y una barra enorme que terminaba justo donde empezaban las escaleras que conducían a la segunda planta. Las fotografías monotemáticas colgadas en una pared mostraban todas ellas a gente ataviada con bañador junto al embalse, gente con pequeñas embarcaciones de recreo en el embalse, o gente merendando cerca del embalse; años hacía que la foto en la que aparecía un viejo general que se llamaba Franco, había sido retirada por el padre comunista de Lola, la mujer de Amancio, que es en realidad quien manda en El ciervo. Los hijos de Lola y Amancio, la Loli y Amador trabajan también a tiempo completo en el negocio familiar.
El día dieciséis de agosto, no me dejé llevar por mis piernas hasta la vivienda de veraneo de Delia, aunque una parte de mí deseaba hacerlo. Entre una cosa y otra, finalmente tardé casi una semana en ver a Delia, Oh Delia, estaba guapísima cuando se dirigía al embalse con la Estela detrás de ella. Agradecí que no las acompañara Pablo, pues me parece un tipo engreído que se cree superior a los lugareños en todas las cosas, y que por eso mismo me cae fatal, a pesar de ser hermano de Delia. Después de besar y ser besado por las hermanas, siguieron las cuestiones habituales en esos casos, preguntas de rigor cuyas respuestas nos interesan lo justo y nada más. Dado que yo solo pasaba por allí, no me atreví a agregarme al rito natatorio que ellas se disponían comenzar, pero logré quedar para la tarde con Delia, ya saben donde.
A las ocho y media de la tarde también hay gente en El ciervo, siempre la hay. Decidí esperar a Delia junto a la barra hojeando un diario provincial, y ya le tenía el ojo echado a una mesa apartada que hay en la parte del fondo. La Loli no termina de aprender a tirar cañas de cerveza y siempre me las pone con demasiada espuma, pero esa vez no me importó y le sonreí. Ella me devolvió la sonrisa con una expresión como de: ¿Qué le voy a hacer, si es que me salen así?
Entraron juntos, Delia, Estela y Pablo, pero estos dos últimos, para mi alegría, se quedaron juntos al lado del mostrador, mientras Delia se acercaba hasta donde yo estaba. Me dio dos besos y tras abastecernos de bebida refrescante nos sentamos en la mesa que yo había preseleccionado mentalmente unos minutos antes: Al fondo. Delia rápidamente se mostró cercana, como si no hubiera ningún hielo que romper, recuerdo que pensé: ¡Ahora empieza el verano para mí! En esos momentos de bienestar junto a Delia, decidí mostrarle un esbozo de los planes que ya había pensado proponerle realizar juntos: Alquilar una barca para remar en el embalse, una excursión a las ruinas del antiguo castillo... Algo parecido a la contrariedad apareció en su rostro en ese instante, y algo parecido a la decepción debió de aparecer en el mío seguidamente.
Es una pena -me dijo con voz resignada- yo solo he venido a pasar aquí unos días, mi familia se queda que pero yo me vuelvo a casa mañana, necesito estudiar alguna cosilla que me ha quedado, y es importante. Parecía realmente apenada, y con toda seguridad debía de estarlo: Sus vacaciones habían terminado; No quise ni supe romper el breve silencio que siguió. Solo algo después, le pregunté:
-¿Entonces te vas mañana?
-Sí. Puf, mañana al mediodía.
Me dio rabia haber perdido toda una semana para verla, y que ahora se marchase de nuevo hasta el próximo verano. No me parecía justo. Tampoco quise, ni supe disimular mi tremenda decepción, y ella pareció comprenderlo, o eso quise creer yo.
Entonces se me ocurrió: Le propuse salir de allí para dar un paseo, y ella aceptó encantada. Dimos un largo y lento paseo por las calles del pueblo y finalmente la acompañé a su casa. Desaparecería de nuevo de mi vida por otro año, pero me consolé pensando en que al menos, había conseguido llevármela a otra parte; Mi primo de Madrid, sin duda alguna me diría que había ligado, si es que se lo contaba.
Nota: Foto de Pixabay: https://www.pexels.com/es-es/foto/fotografia-de-alto-angulo-de-la-aldea-280221/