La picadora de sueños

La Iglesia del pueblo se halla en las afueras, y es la única edificación que aún ofrece sombra; el resto, lo que ayer había y hoy ya no está, se lo fueron llevando en camiones volquete durante los últimos quince o veinte años. Entre la maquinaria destructiva y el peso del tiempo, lo habían convertido todo en escombros, y se lo habían ido llevando. Todo menos el templo, que ya estaba allí antes, incluso que las primeras casas que luego hicieron barrio y después barriada, la barriada de San Pedro.
Siendo gratis como es, si encima no va ni Dios, mal negocio parece. Pero la casa de Dios siempre está abierta a las visitas, y sus visitantes nunca son ni serán indeseados; en todo caso, serían indeseables, pero incluso para esos, -perseguidos o no- también la puerta de la casa de Dios está siempre abierta.
Acostumbrado a los larguísimos silencios, y a la omnipresente ausencia de fieles, el joven párroco se estaba aficionando a acortar el minutaje o duración de la misa, así como a realizarla de una forma menos física y verbal, pero más íntima y espiritual; Nadie, ni siquiera el de las alturas, podía acusarle de saltarse la obligación de dar misa diaria, y ese de arriba era el único que podía verlo.
Debido a la muy fea costumbre de casarse por lo civil -qué cosa tan triste- y a que la gente se casa cada vez menos, y se junta más sin importarles su condenación, cada vez le salen menos bodas; y a menos bodas, menos bautizos, y menos comuniones. No era de extrañar, por tanto, que don Miguel Ángel estuviera casi eufórico ante el inminente enlace del próximo domingo. El sermón, seleccionado cuidadosamente de entre otros 300 sermones propios que tiene archivados en su portátil -tiempo no le falta- lo tiene ya impreso y revisado en un cajón, listo para el domingo. Trata sobre la juventud y la imprudencia enfrentadas contra las tormentas; y la esperanza en el futuro y en los designios del creador. Le parece bastante idóneo, dadas la juventud y el evidente verdor de esa valiente pareja, que ya se ha metido en honduras hasta la hipoteca; en 25 años estará pagada y si por entonces aún se soportan, no tendrán que vender el inmueble para repartir en partes desiguales.
A la novia, aún no se le nota la preñez que don Miguel Ángel intuye, pero que ella no ha confesado aún, ni en el confesionario ni fuera de él. Al novio, sí se le nota en cambio que lleva muchos números en la cabeza; es plenamente consciente de que repentinamente va tener dos esposas: Una, la Núria, y la otra, la hormigonera que va a conducir mientras exista el hormigón. No se trata de un futuro muy edificante que pueda decirse, pero al menos el trabajo consiste básicamente en edificar. Cuando en la escuela siendo niños, les preguntaban a cada uno por lo que querían ser cuando fueran mayores, surgieron futuros astronautas, marineros, futbolistas, policías... Pero a ninguno se le ocurrió decir nunca que quería ser conductor de hormigonera, o bailaor flamenco.
Hay una cosa que la vida hace muy eficazmente, y es que cuando empieza a destruir tus sueños, empieza siempre por el principio, por los primeros, y así continúa después destruyendo y destruyendo hasta que algunas veces se le pasa uno, y ese es el que nos toca ver cumplido sin opción de cambio; Cambio, exchange, wechsel. Se nota que la vida es muy minuciosa con cada individuo, pero también se ve que a veces, parece que tras amontonársele mucho trabajo a la vez, busca soluciones colectivas para no andar parándose en todos y cada uno de los individuos, y debe de ser por eso por lo que existen los misiles nucleares, o en menor medida, los terremotos, los tsunamis, o las pandemias, por citar algunos ejemplos reales.
El último sueño del novio, aún fresco como el pan antes del mediodía si no es verano, era extrañamente catastrófico e incumbía a la factura del banquete de bodas: Funcionarios de sanidad descubrían con gran asombro y mayor estupor, a varias familias de ratas subsistiendo ocultas y emparentadas, en los bajos de la cocina del restaurante. Lo siguiente era que no solo se ahorraba el inhumano gasto del banquete, sino que incluso le indemnizaban por el irreparable trastorno sufrido al suspenderse el banquete de bodas; algo realmente irreparable. Pero este tierno y joven sueño, fue tragado sin ternura y sin contemplaciones por la máquina picadora de sueños, y el banquete se celebró ante la total y absoluta ausencia de roedores, que nunca están cuando se les necesita.
Los números imaginarios que había en la cabeza del novio, tenían ahora existencia real e independiente, se habían solidificado en celulosa impresa en forma de factura y le dificultaban la respiración, necesitaba aire fresco. Entonces salió a la calle un momento, a tomar el aire, a lo lejos se veía la silueta de la iglesia, estaba cansado, y al recordar de repente que a las seis de la mañana le estaría esperando fielmente la hormigonera, aún se sintió más cansado.
Colección: Los relatos de primavera.
Primera Publicación: Año 2023.
Nota: Foto de Masood Aslami: https://www.pexels.com/es-es/foto/punto-de-referencia-viaje-iglesia-alemania-19429391/