A mis ojos no les pasa nada

   Desde lo alto del campanario, me llegan las campanadas con sonido a noes. Me llega también la visión de una cruz. ¡Qué cruz! y los noes con sonido de campanadas: Nooo; nooo; nooo... Las campanas, como las mujeres, cuando dicen que no, es que no. Podría jugar a poner mis preguntas delante de cada campanada: ¿La veré hoy? Nooo... ¿Conversaremos? Nooo... ¿Me dirá algo? Nooo... Y ya puestos, ¿Dormiré esta noche? Nooo... Sólo le faltaba decir que tampoco, pero las campanas no dicen nunca tampoco, solo dicen No.

   El semáforo está en rojo, el baño está ocupado, cerramos los miércoles por las tardes, no da usted el perfil; María no ha leído aún tu mensaje. Las mujeres y las campanas tienen mucho en común, ambas comparten una solidez metálica y firme, y ambas pueden aplastarlo a uno mientras escucha su letanía: Nooo.... Nooo....

   El semáforo se pone verde certificando que sigo estando vivo, el baño queda libre, y la tierra gira bajo mis pies. María no ha leído aún tu mensaje, y de la rabia que te duele lo borras. Por la noche me escribe María:

• ¿Qué has borrado?
• No era nada, una nota para mis nietos.
• ¿Qué nietos?
• Pues por eso lo he borrado. 

   Indirecta y evasiva juntas, dos en una: la evasiva es el cuento, y la indirecta reside en la intención; Una rara hibridación. Todo es por las tormentas pasadas, por eso cuando atravieso una nueva tormenta, tengo cierta tendencia a adoptar la filosofía del melasudísmo o melarrepanfinflanísmo, dos cosas que vienen a ser lo mismo, y que es como decir "Y que salga el sol por Antequera, pero por favor, que antes se callen esas campanas.

Colección: Los micro relatos acústicos.

Primera Publicación: Año 2023.

Nota: Foto de Brian de Karma: https://www.pexels.com/es-es/foto/edificio-de-hormigon-gris-durante-la-puesta-de-sol-1690364/